
La carrera solo tuvo dos secuencias para entretener al aficionado, una corta y otra larga. La secuencia corta fue el sobresaliente adelantamiento de Hamilton a Vettel, una vez que había perdido la segunda posición en un “undercut” del alemán al termino de la primera parada. El inglés solo necesitó poco más de una vuelta para poner a punto sus neumáticos, y pegarle un hachazo al del Ferrari, de los que hacen época y marcan la diferencia entre un pasador y un suicida. Hamilton rozó los 340 km/h cuando Vettel hizo un muy agresivo movimiento de defensa de la frenada en la curva 2. Cuesta entender cómo el alemán pudo ser tan duro en ese momento y, sin embargo, tan blando diez segundos después; Lewis levantó, pero se pegó por la curva 3, cogió el rebufo y amenazó con atacar el interior de la 4. Seb cubrió el movimiento pero de repente se dirigió al exterior, abriéndole una puerta enorme al inglés, que nada más tuvo que lanzarse y aprovechar el regalo. La pasada, que acabó siendo más fácil de lo que debía, dejó múltiples lecturas; la más obvia es que Seb no supo aprovechar lo que su equipo le dio.
La secuencia larga nos la ofreció Max Verstappen durante toda la carrera. Salia 19ª y solo en la primera vuelta superó a seis de sus rivales. De forma inexplicable, Verstappen consiguió ponerse 5º en apenas la 8ª vuelta, un brutal esfuerzo en el día de su 21º cumpleaños que vuelve a demostrar la calidad que el holandés atesora. mientras tanto, nos dejó adelantamientos de todo tipo que nos valió para disfrutar de la carrera, al menos durante estas maniobras.

Hamilton celebró de forma muy poco efusiva su victoria; a nadie le gusta ganar así. Pero cuando se vaya a la cama y eche un último vistazo a la clasificación del Mundial, verá que son 50 puntos los que le saca a Vettel, y que sólo quedan 125. Desde hoy, el alemán no depende de sí mismo. Estando siempre en el podio, Lewis sólo perdería el título con 5 dobletes de Ferrari, una opción tan remota que ni merece comentarse.
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