Este fin de semana, se celebraba el gran premio de Japón en el circuito de Suzuka. La qualy dejó a comentaristas y aficionados con la boca a abierta. Los estrategas de Ferrari, desde los tiempos de Brawn y Todt, no dan una. Lo más grave, tirar un campeonato en la última carrera del 2010, amen de otros fracasos desde entonces y por último hoy, sacan intermedios cuando el resto de la parrilla sale con slicks. Si hubiera funcionado, habrían sacado tajada, pero lo cierto es que, una vez mas, no funcionó. La pole se la llevó Hamilton, seguido de Bottas, Verstappen y Raikkonen. Vetel solo pudo ser noveno, consecuencia del citado atrevimiento.
La carrera fue un paseo para Lewis, con su escudero guardándole las espaldas durante toda la prueba. La emoción la puso Vettel, a su manera. En una sola vuelta se colocó cuarto, pues aprovechó un toque entre Verstappen y Kimi para pasar a su compañero. De poco le valió. En Spoons, aprovechando un hueco, se tiró a por el holandés y si hubiera sido otro, el adelantamiento se habría consumado, pero Max no mide el riesgo. Cerró y provocó que el de Ferrari tocara su lateral y acabara trompeando. Otra vez a la cola y todo el trabajo por hacer. Al final terminó quinto, pero si hubiera sido paciente, el tercer cajón estaba a su alcance. Hay que decir en su favor, que la oportunidad era buena y que un aspirante a campeón, no puede dejar pasar esa oportunidad, pero los hados no estuvieron a su lado y Max arruinó su carrera definitivamente.
Hamilton cruzó la meta después de las 53 vueltas programadas, lo que le valió para distanciarse de su oponente hasta los 67 puntos. La suerte está echada y el inglés puede proclamarse campeón del mundo en la próxima carrera, en Austin, con tal de que Vettel haga tercero o peor.
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