El pasado mes de abril, Charles Leclerc conseguía su primer podio en Fórmula 1. Lo que debía ser un momento de júbilo, se transformó en una gran frustración y tristeza, pues el logro llegaba después de perder una victoria más que merecida por un problema mecánico.
El destino sigue comportándose de forma caprichosa y cruel con el joven piloto monegasco, pues tras varios sinsabores, como lo acontecido en Austria, donde Red Bull les birló la victoria en los compases finales de carrera, en Spa-Francorchamps logró su primera victoria en Fórmula 1, pero en el peor contexto posible.
Un fin de semana gris, envuelto en la tristeza que produce el perder no solo a un compañero de profesión, sino en el caso de Charles Leclerc, a un amigo que había emulado sus pasos desde sus comienzos en karting, como el caso de Anthoine Hubert, que tal y como confesase Gasly, no solo habían compartido carreras, sino también escuela, casa o, en definitiva, vivencias.
Leclerc se llevó el triunfo, de forma agónica ante la caída de los neumáticos y el acoso de Lewis Hamilton, al que parece que le faltó una única vuelta. Motivos de sobra para ser una victoria de las que se celebran con rabia, de las que se recuerdan eternamente por buenos motivos. Sin embargo, no será el caso. No hubo la celebración que se merecía, no se descorchó el champagne, solo silencio, respeto y homenaje al malogrado piloto.
Charles Leclerc realizó un fin de semana excepcional, especialmente en la comparación directa con su compañero de equipo, el único que lleva sus mismas armas, al que superó tanto en clasificación como en ritmo de carrera. Igual que ocurrió en Bahréin. Allí, logró un podio amargo, aquí, una victoria sin celebración. La suerte, si se puede llamar así, le está siendo excesivamente esquiva al joven piloto de Ferrari.
Fuente: https://www.caranddriver.com/es/formula-1/a28885021/f1-victoria-agridulce-charles-leclerc/
No hay comentarios:
Publicar un comentario