
Ferrari no da una. Mattia Binotto aporta tranquilidad, pero no es un buen estratega. Todos los buenos augurios de la pretemporada, se han convertido en malas sensaciones a raíz de la rotura de motor de Charles Leclerc en la primera prueba del campeonato, cuando todo apuntaba a la primera victoria del novato en su primera carrera con la Scuderia. Desde aquella ocasión solo ha habido dudas en la toma de decisiones que les han llevado o bien a equivocarse o tomarlas cuando ya era tarde. Tal ha sido el caso de hoy. Han tardado en dejar pasar a Leclerc, después de que Vettel no tuviera ritmo al haber hecho un plano en la curva uno en su pelea con los dos Mercedes. Y después han tardado en dejar pasar a Vettel cuando, con gomas mas blandas, tenía mejor ritmo que su compañero. Y tampoco aciertan cuando con el coche de seguridad en pista y a falta de quince giros, deciden cambiar los duros de Leclerc, por medios, cuando los blandos hubieran sido mejor opción para, bien atacar a Vettel o bien defenderse de Gasly, que estuvo a punto de arrebatarle la posición al relanzarse la carrera.
En cualquier caso, todos están lejos de los coches plateados y cuando todas las esperanzas apuntaban a las mejoras traídas a este gran premio, los de Brackley, sin anunciarlas, han sido capaces de meterles medio segundo a sus inmediatos rivales en clasificación para después pasearse en carrera, sin que nadie fuera capaz de inquietarles. Veremos que pasa en las siguientes pruebas, pero hoy por hoy la sensación de superioridad de las flechas plateadas es tremenda y no parece que nadie, sea capaz de ponerles en apuros
Buena actuación de Carlos Sainz, que saliendo desde la decido tercera posición de la parrilla, ha acabado octavo, en una carrera en la que los cinco puestos ganados, han sido ganados a pulso en maniobras de adelantamiento y en dura pelea con sus rivales.
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