Después de la victoria, hace un par de semanas, de Sebastian Vettel en Silverstone y ayudado por el error cometido por Lewis Hamilton en la Q1, este fin de semana prometía buenos augurios para el alemán. El sábado en la Q3, el piloto de Ferrari había marcado una de esas vueltas que solo firman aquellos que tienen ese ápice de valía que les hace excepcionales, dejando la pole del año pasado (Rosberg), a mas de tres segundos. Quien decía que estos híbridos no son rápidos?.
La carrera empezó con cierta preocupación en Ferrari, pues el cielo estaba gris y la probabilidad de lluvia para la parte final de la carrera era considerablemente alta. El alemán salió bien y sabedor de la acechante agua, se puso manos a la obra. En diez giros ya sacaba al primero de los mortales dieciocho segundos, que se dice pronto. Por detrás Bottas, Raikonnen y Verstappen, mantenían las posiciones de salida y Ricciardo, que había salido desde la cola por cambiar su unidad de potencia y Hamilton desde la decimocuarta plaza, se afanaban en sobrepasar a los demás en busca de una posición digna al final de la carrera. En la vuelta catorce, Hamilton ya se había aupado a la quinta posición, aunque a mucha distancia de Verstappen y Ricciardo, con un peor coche, se puso sexto en el decimotercer giro.
Hamilton sin trafico por delante, comenzó a rodar hasta ocho décimas más rápido que el líder, gracias a sus compuestos dos puntos mas duros (los medios) que le daban mas durabilidad, mientras de Seb empezaba a tener degradación en sus ultrablandos. Entró en la vuelta veinticinco y puso blandos, para poder llegar hasta el final. ¿Podría ser que Ferrari quisiese llevar un compuesto no demasiado duro en caso de que llegaran algunas gotas que tirasen abajo las presiones y las temperaturas? En todo caso, ése era el largo plazo; a corto, lo que ocurrió es que Vettel salió de boxes justo por delante de Lewis e inmediatamente por detrás de Kimi que había entrado unas vueltas antes y había logrado hacerle un undercut a su compañero. El finés, con ultrablandos, iba a una táctica totalmente distinta, y en esas situaciones Ferrari no ha dudado en hacer cambiar las posiciones a la pareja. Y así fue, Vettel por radio, aseguraba que podía ir un segundo más rápido que su compañero y desde el box no tardaron en trasmitirle a Kimi un diplomatico mensaje para que lo dejara pasar.
Con las posiciones así, Bottas que rodaba cómodamente en cabeza, acabó por entrar en la vuelta veintiocho sin que nada a la vista le hiciera pensar en una parada mas barata que le permitiera mantener la posición… y debió desesperarse cuando nada mas salir vio como Ricciardo se quedaba tirado a un lado de la pista y el tan ansiado VSC parecía posible. Sin embargo, los comisarios le sacaron con habilidad y sólo fue necesaria una bandera amarilla. El doblete era ahora de Ferrari, al menos de forma provisional, y Hamilton era un tercero acechante. Su trabajo de gestión de neumáticos era alucinante: tras 40 giros, seguía rodando en 17 altos-18 bajos, que era el ritmo de un Kimi con gomas 15 vueltas más jóvenes. El motivo de tan largo stint no era otro que la temida lluvia y la posibilidad, en caso de que no llegase, de calzar un ultrablando en una parte final muy corta e intentar llegar al podio. En la vuelta 42, la última actualización del parte meteorológico decía que sólo caería algo de agua en la curva 6 (la horquilla), insuficiente para poner neumáticos intermedios. Así que Mercedes llamó a boxes a Lewis y le puso el qualifying para atacar. Y fue entonces cuando comenzó la lluvia. En efecto, sólo fue en la curva 6. Los pilotos levantaron el pie y frenaron con mucha cautela, pero de momento sólo perdían 2 segundos por vuelta. Leclerc, Alonso y Gasly, todos fuera de puntos, se la jugaron a poner gomas de agua. Verstappen, 4º pero con un mundo de ventaja sobre el 5º, también arriesgó. Pero las gotas seguían siendo sólo en esa curva, y mientras todos rodaban en 1:20, los valientes lo hicieron en 1:38. Pronto cambiaron de idea, de nuevo a slicks… y el cielo duplicó su virulencia. Y a todos les temblaron las piernas. En esta situación, llevar el compuesto más blando posible permite mantener algo mejor la temperatura y permite ir más rápido. Uno de los pocos que llevaban el ultrablando era Lewis, y se aprovechó de la situación para cimentar su carrera. Entre la vuelta 43, la primera que completó con los ultrablandos, y la 50, las 7 que tuvieron dosis de agua, les recortó 11,6 segundos a Vettel, 13,7 a Räikkönen y 10,5 a Bottas. Claro que el Pirelli del flanco morado ayudó. Pero también ayudó ser Lewis Hamilton, una leyenda de este deporte.
En la 51, en Sachs, la curva fuertemente peraltada, la lluvia era simplemente un pelín más fuerte de lo que Seb esperaba, y su apoyo delantero un pelín más escaso de lo que creía, al haber perdido minutos antes un aletín de forma misteriosa en la última curva. El coche dejó de frenar, subviró y se metió en la zona sucia, derrapó y se dirigió hacia la puzolana. La velocidad era ridícula, y sin embargo no pudo evitar el choque contra las protecciones.
Lo que vino después fue, sencillamente, el golpe de magia que terminó de redondear la actuación de Lewis. Sus rivales, Bottas y Räikkönen entraron a poner ultrablandos nuevos a bajo coste, en vista de que la lluvia parecía marcharse. Lewis se dirigió al pit lane y su equipo cambió de idea hasta 3 veces en pocos segundos, en un griterío impropio de una escudería élite. En milisegundos, Hamilton tomó la decisión de quedarse fuera… y se puso líder. Sus gomas sólo tenían 10 vueltas; no tendría ningún problema para mantener la posición y llegar hasta el final… pero nadie se lo había dicho a un Valtteri Bottas que atacó en la resalida hasta que le le comunicaron por radio, de forma más explícita que a Kimi, que no atacase. Hoy era día para que el #44 escribiese su historia, y ni siquiera ese momento de duda en el pit lane, investigado pero no sancionado, lo empañó. Cuando un talento fuera de lo normal tiene encima ese toque de suerte, el resultado es demoledor.
Fuente: diezcilindros
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