El inicio del sábado no fue esperanzador para Daniel Ricciardo. En la tercera sesión de libres, tuvo que retirar el coche con un conato de incendio y mucho humo en la trasera de su monoplaza. En su box trabajaron a destajo para poder tener el coche listo para la sesión de calificación. Salió en precario, pero consiguió pasar el corte y acabar la jornada ocupando el sexto puesto en la parrilla de salida. Esto da mas mérito, si cabe, a la victoria conseguida por el australiano, aunque la carrera en sí misma fue todo un regalo para los aficionados.

La mejor prueba de que los RBR estaban intratables, fueron los adelantamientos que Riccardo infringió a Hamilton, Vettel y por último Bottas que era el encargado de liderar la carrera hasta ese momento. Temple, manos y decisión oportuna nos regalaron lo mejor de la carrera. Ricardo le enseñó a su compañero como se hacen las cosas y de haber seguido su consejo los dos coches de la bebida energética habrían acabado haciendo un doblete glorioso.
Vettel, en su incidente con el holandés, quedó con el coche tocado, lo que nos dio la posibilidad de ver una maniobra irreal al tiempo que ilusionante y esperanzadora. Fernando dio caza al ferrari del alemán a dos vueltas para el final y en el transcurso de las curvas uno y dos, termino por consumar el adelantamiento.
Los McLaren siguen apostando por centrar sus esfuerzos en la jornada del domingo. Tienen muchas cosas que mejorar y no quieren distraer su trabajo con la enorme tarea de poner el coche a punto para una vuelta. Son dos cosas distintas y de momento no están para ambas. Acabó séptimo, lo que a priori es un buen resultado sin embargo en las veinte vueltas que se rodaron después de que se marchara el coche de seguridad, acabó a medio minuto del primer clasificado.
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