Aun siendo un resultado excelente, el acabar en el segundo escalón del podio saliendo desde la novena plaza, no ha reportado ningún beneficio de cara al campeonato pues el líder, Seb Vettel, dominó la carrera desde la primera vuelta.
El coche de la bebida energética en manos del alemán sigue marcando la diferencia, mientras que el mismo coche en manos de su compañero sigue peleándose con los demás. Parece como si el coche pudiera ser manejado no solo por las manos del piloto sino además, por algún tipo de arte de birlibirloque, para cambiar su comportamiento en función del objetivo que se esté persiguiendo en cada momento.
En las primeras vueltas se distanció de los demás a razón de medio segundo por vuelta hasta que desde el box le indicaban que el margen sobre sus perseguidores ya era suficiente, sin duda pensando en la posibilidad de un safety. En la fase intermedia del gran premio, se limitó a poner algunas décimas de vez en cuando y permitir al asturiano estar en sus tiempos en las demás. En las últimas vueltas ante la amenaza de lluvia le aconsejaban ampliar la ventaja y ni corto ni perezoso les endoso otro puñado de segundos a razón de un segundo por vuelta, así, como suena, un segundo.
Sebastian Vettel es sin duda un magnifico piloto, pero la superioridad demostrada año tras años hace recapacitar. Siempre han sido un equipo puntero, con un equipo de ingenieros admirado desde los foros y sin duda envidiado por los capos de sus rivales. Han sido capaces de aportar soluciones revolucionarias como el famoso doble difusor o la altura variable con respecto al suelo o el alerón delantero flexible y aunque al comenzar cada temporada muestren algún tipo de deficiencia, como pudiera ser el comportamiento con los neumáticos, pronto queda superada con el trascurso de las primeras pruebas.
Quien sabe que es lo que tienen escondido y digo bien, quien sabe; ya les gustaría a los demás dar con la llave que les permitiera abrir el cajón de las sorpresas.